EL HOMBRE Y LA TIERRA - ECOLOGISMO, SALVEMOS LA TIERRA


HOMBRE & NATURALEZA

“Procedemos de la Tierra, somos de la Tierra, estamos en la Tierra, volveremos a la Tierra.”
Los conceptos de naturaleza son construcciones sociales que se alteran en el tiempo y espacio. Tiene varios significados entre diversos grupos sociales, pero siempre es un concepto abstracto. El propio hombre es naturaleza, forma parte de ella y a la vez se aleja en un proceso de socialización y de avance de la ciencia y de la técnica. “El ser humano, natural y sobrenatural al mismo tiempo, debe estar arraigado en la naturaleza viva y física, pero emerge y se distingue de ella por la cultura, el pensamiento y la consciencia.”
 Desde el proceso de hominización y de socialización las formas del hombre de relacionarse con la naturaleza han cambiado, y a pesar de todos los estudios científicos y de toda la tecnología existente hoy, el natural todavía puede ser considerado un enigma para ser descifrado por completo.
En la naturaleza, al contrario que en la sociedad humana, no hay fronteras. Ella tiene sus propias leyes que el hombre intenta siempre transgredir y destruir, bien retirando elementos para su supervivencia y lucro (casi siempre inadecuadamente, principalmente después de la implantación del modo de producción capitalista), bien apropiándose sus bienes (estableciendo en ella territorios y espacios), todo ello como una forma de intentar comprender y dominar su abstracción.
El hombre es el individuo pensante que se cree victorioso sobre todas las otras especies. A lo mejor esta victoria se convierta en derrota, pues el hombre actúa sobre la globalidad de la Tierra, pero la desdeña. Se utiliza la naturaleza para extraer sus recursos, transformarla, producirla, reproducirla, dañarla, primando siempre los intereses humanos y principalmente los intereses humanos ligados a la economía capitalista. Cuando el hombre no termina de gozar de los recursos naturales, artificializa la naturaleza creando lugares, territorios y paisajes que son vendidos como realidades, pero la verdad es que son apenas espacios de contemplación momentáneos. Los bordes de los céspedes modernos limitan lo que pertenece al natural y al civilizado. “En un paisaje urbano de asfalto, hormigón, acero y vidrio, la presencia de la naturaleza puede considerarse causa de desorden, o incluso simplemente inútil: algo que hay que limitar a algunos árboles y jardines cuidadosamente adornados.” 
La agresión contra el medioambiente precede al capitalismo, pues en las sociedades primitivas el excedente era la garantía para enfrentar estaciones malas, también sustituían florestas por pastajes y extraían minerales para abastecer las manufacturas de armas de guerra. Otras tragedias ambientales preindustriales pueden ser citadas, como la colonización de las Américas y el consecuente exterminio de la sociedad indígena y la esclavitud en África, que generó desiertos demográficos ya atrofia económica y social. Sin embargo, el capitalismo y la era industrial generaran impactos ambientales jamás vistos en la historia de la humanidad. “La producción en escala consumió energía, generó vapores químicos, desechos industriales y residuos peligrosos en una progresión geométrica sin precedentes en la economía preindustrial.”
Aunque la naturaleza parezca infinita, cada vez más el hombre percibe que es justo lo contrario. Los recursos naturales son finitos, los no renovables están en proceso de agotamiento. La dilapidación de los elementos de la naturaleza es decurrente de la incomprensión de los tiempos, geológico y sideral, de la concepción abstracta de la naturaleza y también de la sociedad. La sacralización de la ciencia y de la técnica durante mucho tiempo también ha impedido la visión de la complejidad del mundo y de la propia vida.
Pensar en la relación de la sociedad con la naturaleza es pensar en relaciones complejas. La ciencia produce la técnica, transformando la sociedad, pero también la sociedad tecnológica transforma la propia ciencia. La comprensión de esa interacción puede ser la clave para comprender por qué debemos intervenir en la depredación de los elementos de la naturaleza, hecho que compromete el propio “vivir” en la Tierra, y buscar formas alternativas de limitar la devastación social y natural. “Debemos basar la solidaridad humana ya no sobre una ideología de salvación terrestre, sino sobre la conciencia de nuestra perdición sobre la conciencia de nuestra pertenencia al complejo común tejido por la era planetaria, sobre la conciencia de nuestros problemas comunes de vida o de muerte, sobre la conciencia de la situación agónica de nuestro fin de milenio.” 

Solo despues de que el último árbol sea cortado.
Solo despues de que el último río sea envenenado.
Solo despues de que el último pez sea apresado.
Solo entonces sabrás que el dinero no se puede comer.